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Duelo perinatal: comprender, acompañar y sanar desde una mirada humana

Duelo perinatal: comprender, acompañar y sanar desde una mirada humana

Duelo perinatal-Dra. Paola Martínez

Cada vez que recibo en consulta a una mujer que ha atravesado la pérdida de un embarazo o de su bebé en las primeras semanas de vida, reconozco en su mirada una mezcla compleja de emociones: tristeza profunda, incomprensión, culpa y una soledad que, muchas veces, es más pesada que la propia pérdida.
Y es que el duelo perinatal es, tristemente, uno de los duelos más invisibilizados en nuestra sociedad.

Hablar de este tema no es solo necesario, es urgente. El duelo perinatal ocurre cuando una persona atraviesa la pérdida de un bebé durante el embarazo, el parto o poco después de nacer. Sin embargo, a pesar de la intensidad emocional que representa, es común que se minimice con frases como “pueden intentarlo de nuevo” o “no llegó a ser un bebé todavía”. Esta falta de validación puede generar un profundo impacto emocional, que, si no se aborda con sensibilidad y conocimiento clínico, puede derivar en cuadros de ansiedad, depresión o trauma.

Como psiquiatra especializada en salud mental perinatal, mi enfoque está orientado a acompañar este tipo de procesos con la seriedad, la empatía y el conocimiento que requieren. El duelo perinatal no es simplemente una fase emocional pasajera; en algunos casos, requiere intervención profesional para prevenir complicaciones psicológicas a mediano y largo plazo.

No se trata de “superarlo” o “seguir adelante” como si nada hubiera pasado. Se trata de transitar el dolor de forma acompañada, consciente y cuidadosa, para encontrar un sentido propio a lo vivido, sin forzar tiempos ni emociones.

Tabla de contenido

El impacto emocional, psicológico y social del duelo perinatal

A nivel psicológico, el duelo perinatal puede desencadenar síntomas similares a cualquier otro tipo de duelo: tristeza profunda, insomnio, dificultades para concentrarse, irritabilidad, cambios en el apetito o retraimiento social. Pero hay un componente único que lo hace aún más complejo: muchas veces no existe un rito de despedida, ni espacio para hablar de lo ocurrido, y eso interrumpe el proceso natural de duelo.

Desde lo social, el entorno suele no saber cómo reaccionar. Hay silencio, incomodidad, incluso negación. Y como profesional de la salud mental, he visto cómo esa falta de contención externa hace que muchas mujeres y personas gestantes se pregunten si tienen derecho a sentir tanto dolor. La respuesta es sí. Siempre sí.

Una pérdida tiene distintas formas… y todas merecen ser reconocidas

Cuando hablamos de duelo perinatal, no nos referimos a un solo tipo de pérdida. Existen distintas etapas del embarazo y del nacimiento en las que puede ocurrir una pérdida, y cada una de ellas tiene implicancias emocionales, físicas y clínicas diferentes. Comprender estas diferencias no solo permite visibilizar el dolor de forma más precisa, sino también ofrecer un acompañamiento más adecuado y personalizado.

Como psiquiatra especializada en salud mental perinatal, he visto cómo esta falta de distinción muchas veces impide que las personas se sientan comprendidas, atendidas o incluso autorizadas a vivir su duelo.

A continuación, te explico cada tipo:

¿Qué es el duelo perinatal?

El duelo perinatal se refiere al proceso de duelo que vive una persona o una familia ante la pérdida de un bebé entre la semana 22 de gestación y los primeros siete días después del parto. En algunos contextos clínicos, esta definición se extiende hasta los 28 días posparto. Es decir, se trata de pérdidas que ocurren en etapas avanzadas del embarazo o poco tiempo después del nacimiento.

En esta etapa, ya existe un vínculo emocional, físico y simbólico muy fuerte con el bebé. Las expectativas, los planes, los nombres elegidos, el espacio preparado… todo se ve interrumpido de forma abrupta.

¿Qué es el duelo gestacional?

El duelo gestacional hace referencia a la pérdida del embarazo en el primer o segundo trimestre, es decir, antes de la semana 22. Estas pérdidas pueden ser espontáneas (abortos naturales) o inducidas por causas médicas. Aunque culturalmente se minimiza su impacto, desde lo emocional puede ser igual de devastador.

Es común que quienes viven un duelo gestacional se enfrenten a una gran invalidación social: frases como “al menos fue temprano” o “ya tendrás otro” pueden generar culpa, vergüenza o silencio emocional, impidiendo el proceso de duelo saludable.

¿Qué es el duelo neonatal?

El duelo neonatal ocurre cuando el bebé fallece después del nacimiento, dentro de los primeros 28 días de vida. En este caso, el duelo se combina con un proceso muy particular: el bebé ha nacido, ha sido cargado, ha respirado, ha estado presente. Por eso, el impacto puede vivirse como un duelo más visible, pero también profundamente traumático.

Desde lo clínico, este tipo de pérdida puede generar síntomas de trauma, desregulación emocional intensa y, en algunos casos, trastornos depresivos severos, especialmente si no se recibe acompañamiento terapéutico adecuado.

¿Por qué es importante hacer estas distinciones?

Cada tipo de pérdida implica procesos emocionales diferentes:

  • En el duelo gestacional, muchas veces predomina la confusión, la autoinculpación y la sensación de que el entorno no reconoce la pérdida como significativa.
  • En el duelo perinatal, el vínculo ya está consolidado emocionalmente, y puede vivirse como una ruptura profunda de expectativas y proyectos de vida.
  • En el duelo neonatal, se suma la experiencia real del contacto con el bebé, lo cual puede intensificar el proceso de duelo y hacerlo más traumático.

Comprender estas diferencias es clave, no solo desde lo médico, sino también desde lo emocional y social. No se trata de jerarquizar el dolor, sino de reconocer que cada duelo necesita su espacio, su tiempo y su forma de ser abordado.

El vínculo interrumpido: cómo influye cada pérdida en el proceso emocional

Todas las personas que gestan comienzan a vincularse con su bebé desde el inicio del embarazo. Ese vínculo es emocional, físico, hormonal y simbólico. A medida que avanzan las semanas, ese lazo se fortalece: imaginar su rostro, sentir sus movimientos, preparar su llegada.

Cuando ocurre una pérdida en cualquier momento de este proceso, ese vínculo queda abruptamente interrumpido, lo que genera un vacío profundo. Pero la forma en que se experimenta ese vacío varía de acuerdo con la etapa del embarazo o del posparto en la que ocurre la pérdida.

Por eso, no hay un único modo de vivir el duelo perinatal, ni una sola manera de intervenirlo. Desde la psiquiatría perinatal, nuestro rol es ofrecer un acompañamiento especializado que valide todas estas experiencias, que brinde contención emocional y que favorezca un tránsito saludable por este proceso.

Duelo por pérdida de embarazo: una herida profunda e invisibilizada

Símbolo por duelo - Dra. Paola Martínez - Duelo perinatal

Una de las formas más dolorosas y silenciadas de perder es la que ocurre antes de la semana 22 de gestación. En este punto hablamos de un duelo gestacional, una experiencia profundamente emocional, aunque muchas veces no reconocida ni por el entorno ni por los propios profesionales de salud.

Durante años he acompañado en consulta a personas que viven esta pérdida como una ruptura emocional inesperada, y lo más desgarrador no es solo la pérdida en sí, sino la soledad con la que muchas veces deben enfrentarla.

Culpa, tristeza, miedo y silencio: emociones que se repiten

Quienes atraviesan una pérdida temprana suelen experimentar una mezcla de emociones intensas:

Y es completamente válido. Aunque la sociedad insista en decir que “aún no era un bebé”, para la persona gestante sí lo era. Existía el vínculo, las expectativas, el sueño.

La herida invisible: cuando el entorno no acompaña

Una de las grandes dificultades del duelo por pérdida de embarazo es la falta de reconocimiento social y familiar del dolor. Frases como “por algo pasan las cosas” o “mejor que haya sido ahora y no después” no solo invalidan el sufrimiento, sino que refuerzan el silencio emocional.

Ese silencio no es neutro: genera aislamiento, retraimiento, y en muchos casos, impide que el duelo se procese de manera saludable.

Efectos en la salud mental: lo que no se atiende, duele más

Aunque muchas personas intentan retomar su vida como si nada hubiera ocurrido, las secuelas emocionales suelen aparecer con el tiempo:

  • Ansiedad.
  • Trastornos del sueño.
  • Sentimientos persistentes de culpa.
  • Dificultades en la relación de pareja.
  • Miedo paralizante frente a un nuevo embarazo.

Si bien no todas las personas desarrollan síntomas severos, lo cierto es que el acompañamiento profesional temprano puede prevenir muchas complicaciones. Un espacio seguro, donde la pérdida sea reconocida y sostenida, hace la diferencia.

No es “muy temprano” para pedir ayuda

Algo que siempre transmito en consulta es que no importa en qué semana ocurrió la pérdida: si hay dolor, si hay confusión, si hay sufrimiento, entonces hay un duelo. Y todo duelo merece atención, contención y respeto.

Cada pérdida trae consigo una historia no contada, un proyecto interrumpido y un amor que no desaparece.

Terapia para el duelo perinatal: ¿cómo puede ayudarte a sanar?

Transitar un duelo perinatal no significa olvidar, ni cerrar una etapa abruptamente. Tampoco implica reprimir el dolor ni forzar un “nuevo comienzo”. Sanar significa darle un lugar a lo vivido, resignificarlo, y seguir adelante de una forma que honre lo perdido sin que eso te destruya.

En ese camino, la terapia es una herramienta poderosa.

¿Qué tipo de ayuda existe para este tipo de duelo?

Dependiendo del momento en que se encuentre la persona y de cómo se exprese su dolor, existen diversas formas de acompañamiento terapéutico que pueden ayudar a recuperar el equilibrio emocional y mental:

Terapia cognitivo-conductual

Es una de las terapias con mayor respaldo científico. Ayuda a identificar pensamientos negativos o distorsionados (como la culpa o la sensación de inutilidad) y reemplazarlos por creencias más realistas y compasivas.

Terapia centrada en el trauma

Algunas pérdidas perinatales pueden vivirse como eventos traumáticos. Esta terapia permite procesar recuerdos dolorosos, mitigar síntomas como flashbacks o hipervigilancia, y restaurar la seguridad interna.

Terapia de duelo individual y de pareja

El duelo no siempre se vive igual dentro de una pareja. Esta terapia ayuda a comunicar emociones, validar vivencias y reconstruir el vínculo afectivo desde el respeto mutuo y la comprensión.

¿Cuándo es necesario el acompañamiento psiquiátrico?

En algunos casos, el duelo perinatal puede desencadenar síntomas severos:

  • Trastornos depresivos.
  • Ansiedad generalizada.
  • Ataques de pánico.
  • Pensamientos intrusivos o autolesivos.

Aquí es donde entra el rol del o la psiquiatra perinatal. Mi enfoque como profesional no es medicalizar el dolor, sino evaluar con sensibilidad cuándo una intervención farmacológica puede apoyar el proceso terapéutico, sin interrumpir el trabajo emocional que se está realizando.

Acompañar el duelo perinatal desde la terapia es ofrecer un espacio seguro para hablar, llorar, cuestionar, reconstruir. No se trata de olvidar, sino de integrar la pérdida en la historia de vida de manera más compasiva y menos autodestructiva.

Duelo perinatal: intervención psicológica y psiquiátrica especializada

El duelo perinatal, como cualquier otro proceso de pérdida, puede abordarse desde el entorno cercano, los rituales personales y el paso del tiempo. Sin embargo, hay situaciones donde el dolor emocional sobrepasa los recursos personales y comienza a interferir con la vida cotidiana. En estos casos, es fundamental contar con una intervención clínica especializada, que no solo acompañe, sino que también prevenga complicaciones psicológicas severas.

¿Cuándo es recomendable buscar atención clínica?

Algunas señales que indican la necesidad de atención profesional son:

Buscar ayuda no es una señal de debilidad, sino de amor propio. El acompañamiento psicológico o psiquiátrico puede ser un punto de inflexión para quienes sienten que ya no pueden más.

El abordaje desde la psiquiatría perinatal: mirada clínica, humana y contextual

Como especialista en psiquiatría perinatal, mi intervención comienza con una evaluación integral del impacto emocional de la pérdida. Esto incluye comprender:

  • El contexto en el que ocurrió la pérdida (¿fue repentina?, ¿hubo complicaciones médicas?, ¿había antecedentes?).
  • La historia emocional y de salud mental previa de la paciente.
  • La red de apoyo con la que cuenta (pareja, familia, entorno social).
  • Las creencias personales o culturales que puedan influir en cómo se vive el duelo.

Este enfoque biopsicosocial me permite diseñar un plan terapéutico que respete la singularidad de cada historia, sin imponer tiempos ni estrategias uniformes.

¿Cuándo puede ser necesaria la medicación temporal?

En algunos casos, el duelo perinatal puede desencadenar síntomas clínicos que requieren un abordaje farmacológico complementario. Esto no significa que el dolor se “medique”, sino que, si el sufrimiento emocional genera un bloqueo funcional, la medicación puede ser una herramienta para restablecer el equilibrio y facilitar el trabajo terapéutico.

Algunas situaciones en las que puede considerarse el uso de medicación:

  • Depresión perinatal de moderada a severa.
  • Trastornos de ansiedad con crisis de pánico o insomnio incapacitante.
  • Episodios de desregulación emocional intensa que afectan la seguridad personal.
  • Trastorno por estrés postraumático (cuando hay flashbacks, hipervigilancia o reexperimentación constante del momento de la pérdida).

La decisión de medicar nunca se toma a la ligera. Se evalúa en conjunto con la paciente, explicando los beneficios, posibles efectos secundarios y considerando su deseo de volver a gestar o amamantar, si fuera el caso.

Signos de alerta que no deben ser ignorados

Es importante estar atentos a ciertos síntomas que pueden indicar la necesidad urgente de intervención clínica:

  • Desmotivación generalizada y pérdida del sentido de vida.
  • Incapacidad de experimentar placer o interés por cualquier actividad.
  • Irritabilidad constante o reacciones emocionales desproporcionadas.
  • Negación prolongada de la pérdida.
  • Dificultad extrema para vincularse con otras personas (incluyendo hijos previos o pareja).
  • Pensamientos autodestructivos o ideación suicida.

Estos síntomas no son señales de debilidad, sino manifestaciones claras de un sufrimiento que merece atención urgente y profesional.

Un enfoque integral: nadie vive el duelo en una burbuja

El duelo perinatal no solo afecta a la persona gestante. También impacta profundamente a su pareja, si la hay, y al entorno familiar más cercano. Por eso, en mi abordaje terapéutico siempre propongo incluir, cuando es posible, a las personas significativas en la vida de la paciente.

  • Acompañar en pareja permite reconstruir la comunicación y validar el dolor mutuo.
  • Involucrar a la familia ayuda a educar sobre el duelo perinatal, desarmar mitos y generar redes de apoyo más empáticas.
  • Incluir redes sociales o espirituales (si la paciente lo desea) puede ofrecer recursos adicionales para sostener el proceso emocional.

Mi objetivo como profesional es crear un espacio clínico que no solo se enfoque en los síntomas, sino también en las historias, vínculos y contextos que hacen única cada experiencia de duelo.

Vivencias compartidas: lo que muchas personas sienten en el duelo perinatal (aunque pocos lo digan)

Terapia de grupo por duelo - Dra. Paola Martínez - Duelo perinatal

Uno de los aspectos más difíciles del duelo perinatal es el sentimiento de aislamiento emocional. Muchas personas viven este duelo sintiendo que nadie más podría entender lo que están atravesando, que su dolor es exagerado, o que “ya deberían estar bien”. Sin embargo, como psiquiatra perinatal, puedo asegurarte de que este sufrimiento, aunque pocas veces se verbaliza públicamente, es más común de lo que pensamos.

Estas son algunas frases que escucho frecuentemente en consulta, y que reflejan con claridad el conflicto interno que muchas personas viven tras una pérdida gestacional o neonatal:

“¿Pude haber hecho algo para evitarlo?”

La culpa aparece de forma automática. Aunque no exista una causa médica directa o aunque todo haya estado bien durante el embarazo, es común que la mente intente encontrar explicaciones. Esta culpa suele estar acompañada de pensamientos obsesivos o de una necesidad de controlar cada detalle del pasado.

“No me siento autorizada a llorar porque nadie lo considera una ‘pérdida real’.”

El entorno minimiza, evita el tema o trata de consolar con frases que, sin quererlo, invalidan el dolor. Esto hace que muchas personas sientan que no tienen “permiso” para llorar o hablar de lo que pasó. El silencio se convierte en una carga extra al dolor emocional.

“Tengo miedo de que me vuelva a pasar.”

El miedo es otra emoción profundamente arraigada. Incluso cuando hay intención de volver a intentar un embarazo, la ansiedad y la anticipación del sufrimiento pueden paralizar o generar una angustia constante, especialmente si no se cuenta con acompañamiento profesional.

El impacto de no poder hablar lo que se siente

El aislamiento emocional en el duelo perinatal no solo surge del entorno, sino también de una sensación interna de desconexión: con el cuerpo, con la pareja, con el deseo de ser madre o con la vida cotidiana. Esto puede afectar la autoestima, las relaciones personales, e incluso el vínculo con hijos anteriores o futuros.

Cuando no hay un espacio para expresar lo vivido, el duelo se enquista, se hace crónico o se convierte en un dolor silenciado que puede manifestarse años después de forma inesperada.

Romper el silencio: el primer paso hacia la sanación

Buscar un espacio terapéutico donde puedas hablar abiertamente de tu pérdida, de tus miedos y de tus emociones más profundas no solo alivia el dolor, sino que también abre caminos hacia la recuperación. Hablar sana. Nombrar lo vivido, con alguien que te escuche sin juicios, transforma.

Por eso, romper el silencio es mucho más que hablar: es comenzar a habitar tu experiencia desde un lugar más compasivo y menos solitario.

¿Por qué Paola Martínez es la especialista indicada para acompañarte en este proceso?

Como médica psiquiatra especializada en salud mental perinatal, acompaño de forma integral a personas que transitan el doloroso camino del duelo perinatal o gestacional. Mi práctica clínica se basa en un enfoque ético, compasivo y respaldado por la evidencia científica, que reconoce la singularidad de cada proceso y respeta profundamente el ritmo emocional de quien consulta.

Entiendo que el duelo no solo afecta la mente, sino también el cuerpo, los vínculos y el entorno, por eso mi acompañamiento considera todos estos aspectos de forma personalizada. A lo largo de mi trayectoria, he tenido el privilegio de recibir la confianza de muchas personas que, tras sentirse escuchadas y respetadas, lograron resignificar su pérdida y comenzar un proceso de sanación genuino. Estoy aquí para ofrecerte lo mismo: una atención cercana, profesional y humana.

Preguntas frecuentes sobre el duelo perinatal

No hay un tiempo definido o estándar para procesar un duelo perinatal. Cada persona vive esta experiencia de forma única, según su historia personal, el tipo de pérdida y el acompañamiento que reciba. Algunas personas experimentan una recuperación emocional en semanas o meses, mientras que otras pueden necesitar más tiempo, especialmente si no cuentan con un entorno contenedor o si hay antecedentes de salud mental. Lo más importante es no forzar el proceso. Si el dolor emocional interfiere de forma prolongada en la vida diaria o se acompaña de síntomas como insomnio persistente, aislamiento o desesperanza, es recomendable buscar acompañamiento profesional.

Sí, la culpa es una de las emociones más comunes en quienes atraviesan un duelo de este tipo. Muchas personas se preguntan si hicieron algo mal, si pudieron haber evitado la pérdida o si su cuerpo “falló”. Es importante saber que esta sensación, aunque frecuente, no responde a una realidad objetiva, sino a un intento emocional de encontrar explicación a un hecho doloroso e inesperado. En terapia trabajamos para comprender el origen de esta culpa y liberarse de ella, desde un lugar compasivo y sin juicios.

El duelo gestacional se refiere a la pérdida durante las primeras semanas del embarazo, por lo general antes de la semana 22. El duelo perinatal incluye las pérdidas que ocurren desde la semana 22 de gestación hasta los primeros días posteriores al parto. Por último, el duelo neonatal ocurre cuando el bebé fallece dentro de los primeros 28 días de vida. Aunque el dolor puede estar presente en cualquiera de estos casos, cada uno tiene implicaciones emocionales distintas, y por eso, el acompañamiento también debe adaptarse a las particularidades de la pérdida.

Si no se acompaña adecuadamente, el duelo perinatal puede dejar huellas profundas en la salud mental. Algunas personas desarrollan síntomas de depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático, incluso años después de la pérdida. También puede afectar el vínculo de pareja, la decisión de volver a intentar un embarazo o la relación con otros hijos. Por eso es tan importante contar con un espacio terapéutico que permita procesar lo vivido, validar las emociones y construir nuevas formas de relacionarse con la experiencia.

La decisión de volver a buscar un embarazo tras un duelo perinatal es profundamente personal y debe tomarse con calma. Desde mi experiencia clínica, sugiero que antes de tomar esa decisión, la persona pueda transitar el duelo de forma consciente y acompañada, para no proyectar expectativas irreales en un nuevo embarazo. Cuando el proceso de pérdida no ha sido elaborado, es más probable que aparezca ansiedad, miedo extremo o dificultades para vincularse con el nuevo bebé. La terapia puede ayudar a encontrar ese momento adecuado desde un lugar más sano y equilibrado.

Muchas personas que viven un duelo perinatal se enfrentan a la incomprensión del entorno. A veces la familia, amistades o incluso profesionales de salud minimizan la pérdida con frases como “pueden tener otro” o “ya va a pasar”. Esto genera mucho dolor y aislamiento emocional. Es importante saber que tu experiencia es válida, aunque el entorno no lo comprenda del todo. Buscar espacios donde puedas hablar libremente, como la terapia, es fundamental para no cargar sola con ese peso emocional. También trabajamos en consulta herramientas para comunicarte con tu entorno de forma clara y proteger tus emociones.

Se recomienda acudir a un o una psiquiatra perinatal cuando el impacto emocional del duelo genera síntomas persistentes que afectan el funcionamiento diario. Algunos de ellos pueden ser: insomnio grave, ansiedad constante, llanto incontrolable, pensamientos de culpa o inutilidad, pérdida del deseo de vivir o retraimiento social. La psiquiatría perinatal ofrece un enfoque especializado, que no se limita a recetar medicación, sino que evalúa el contexto emocional, biológico y relacional de la persona para ofrecer una estrategia integral de acompañamiento.

No en todos los casos. El uso de medicación puede ser una herramienta útil cuando el dolor emocional se acompaña de síntomas clínicos graves, como depresión mayor, ataques de pánico o trastorno por estrés postraumático. En estos casos, el objetivo no es “anestesiar” el dolor, sino estabilizar los síntomas para facilitar el trabajo terapéutico. La medicación siempre debe ser indicada por un profesional especializado, con seguimiento cercano y adaptado a las necesidades de la paciente. Y si estás pensando en volver a gestar, también se considerarán los posibles efectos en ese contexto.

No siempre. Es frecuente que dentro de una pareja existan diferencias en la forma y el tiempo del duelo. Mientras una persona puede expresar el dolor abiertamente, la otra puede optar por el silencio o por enfocarse en lo práctico. Esto no significa que uno sufra más que el otro, sino que cada quien gestiona el dolor de forma distinta. Sin embargo, estas diferencias pueden generar conflictos si no se comunican. Por eso, en terapia de pareja trabajamos para crear puentes de empatía y entendimiento mutuo, evitando que el duelo erosione la relación.

No es obligatorio, pero muchas personas encuentran sanación emocional en realizar un acto simbólico que les permita honrar la existencia de ese bebé, por breve que haya sido. Escribir una carta, plantar un árbol, encender una vela, elegir un nombre… Cualquier gesto que ayude a cerrar el ciclo emocional puede ser valioso. Este tipo de rituales no son para “olvidar”, sino para dar un lugar real a la pérdida, integrar lo vivido y seguir adelante desde un lugar más consciente y compasivo.

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Dra Paola Martinez

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