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Ansiedad o estrés: la diferencia que puede cambiar tu bienestar

Ansiedad o estrés: la diferencia que puede cambiar tu bienestar

Ansiedad y estrés-Dra. Paola Martínez

Como psiquiatra especializada en salud mental femenina y psiquiatría perinatal, he acompañado a muchas mujeres que llegan a consulta repitiendo una frase similar: “Siento que ya no puedo más, pero no sé si es estrés… o ansiedad”.

Esta confusión no solo es común, sino que puede tener consecuencias importantes. Muchas personas utilizan ambos términos como sinónimos, lo que genera malentendidos sobre su salud emocional, y en algunos casos, retrasos significativos en la búsqueda de ayuda profesional adecuada. Saber distinguir entre ambos estados es más que una cuestión teórica: es un primer paso hacia el bienestar.

Tabla de contenido

Estrés y ansiedad: un problema silencioso, especialmente en mujeres

De acuerdo con datos recientes de la Organización Mundial de la Salud, los trastornos de ansiedad son más frecuentes en mujeres, y se estima que más del 60% de las personas que experimentan síntomas no reciben diagnóstico ni tratamiento oportuno. En el caso del estrés, su manifestación suele estar tan normalizada —sobre todo en mujeres en etapa perinatal o en roles de cuidado— que rara vez se le da la importancia que merece.

En mi práctica clínica he visto cómo muchas mujeres embarazadas, en posparto, o atravesando cambios vitales profundos, normalizan sentirse tensas, irritables o con miedo constante. La sociedad suele decirnos que “es parte de la maternidad”, o que “todas pasamos por eso”, pero no siempre es así. Ignorar estos síntomas puede derivar en un trastorno de ansiedad, afectando no solo la calidad de vida de quien lo padece, sino también su entorno.

¿Por qué es fundamental diferenciar entre ansiedad y estrés?

Saber si estás atravesando una etapa de estrés adaptativo o si estás comenzando a desarrollar un cuadro de ansiedad clínica es fundamental. El tratamiento y el enfoque son completamente distintos. Mientras que el estrés puede ser transitorio y responder a cambios en tu entorno, la ansiedad puede instalarse sin razón aparente, con síntomas que afectan tu cuerpo, tu mente y tu día a día.

Desde mi experiencia como especialista en psiquiatría perinatal, quiero ayudarte a reconocer esas señales, entender qué estás sintiendo, y saber cuándo buscar ayuda. Porque tu bienestar emocional no es un lujo, es una necesidad.

¿Qué es el estrés? ¿Qué es la ansiedad?

A lo largo de mi práctica, he notado que muchas personas confunden el estrés con la ansiedad, lo cual es completamente comprensible. Ambos pueden provocar síntomas físicos, afectar nuestro estado de ánimo y alterar la forma en que enfrentamos la vida diaria. Sin embargo, desde un enfoque clínico, no son lo mismo, y entender la diferencia puede ayudarte a tomar mejores decisiones sobre tu salud mental.

¿Qué es el estrés?

El estrés es una respuesta natural y adaptativa del cuerpo ante una situación que percibimos como demandante o desafiante. Es decir, ocurre cuando nuestro entorno —el trabajo, la maternidad, una discusión o una carga de responsabilidades— nos exige más de lo que sentimos que podemos dar.

Cuando ese desafío se resuelve, los síntomas del estrés suelen disminuir. En pequeñas dosis, incluso puede ser positivo: puede impulsarnos a actuar, resolver problemas o protegernos del peligro. Sin embargo, cuando se vuelve crónico, comienza a desgastarnos mental, emocional y físicamente.

Síntomas comunes del estrés:

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad, en cambio, es una emoción persistente de miedo o preocupación intensa, que muchas veces no tiene una causa clara o proporcional. A diferencia del estrés, que responde a estímulos externos concretos, la ansiedad puede aparecer incluso cuando todo parece estar bien.

Cuando esta emoción se vuelve constante, se intensifica o interfiere con tu vida cotidiana, hablamos de ansiedad clínica, y en ese caso, sí es necesario buscar ayuda profesional.

Síntomas comunes de la ansiedad:

Estrés vs Ansiedad: tabla comparativa

Característica Estrés Ansiedad
Origen Situaciones externas específicas Preocupaciones internas, a menudo sin causa clara
Duración Temporal, mientras dura el desafío Persistente, incluso sin un motivo aparente
Síntomas físicos Tensión, fatiga, insomnio, dolor muscular Palpitaciones, mareos, molestias digestivas
Síntomas emocionales Frustración, irritabilidad Miedo, inseguridad, preocupación excesiva
Resolución Disminuye al resolver la situación Requiere tratamiento específico si se vuelve crónica
Interferencia en la vida Puede ser funcional o desbordante Generalmente interfiere con la vida personal y social

¿Cómo saber si lo que siento es estrés común o ansiedad clínica?

Voy a darte algunos ejemplos reales que veo con frecuencia:

  • Una madre que está sobrecargada porque su bebé no duerme bien, tiene mucho trabajo pendiente y siente tensión muscular constante: probablemente esté atravesando estrés.
  • Una mujer que ya no puede disfrutar actividades que antes amaba, se despierta con taquicardia, tiene pensamientos constantes de que algo malo pasará, pero no sabe por qué: eso puede ser ansiedad clínica.

La gran diferencia es que el estrés tiende a desaparecer cuando cambian las circunstancias. En cambio, la ansiedad persiste, crece y se hace más compleja con el tiempo, si no se trata de forma adecuada.

Cuando los síntomas se vuelven constantes, afectan tu rutina, tus relaciones o tu forma de verte a ti misma, es momento de consultar con un especialista. Y si estás embarazada, en posparto o atravesando cambios hormonales importantes, no ignores las señales: lo que hoy parece “normal” puede convertirse en una carga emocional innecesaria.

¿Cuándo se convierte en un problema que requiere ayuda profesional?

Es normal sentir preocupación, cansancio o irritabilidad ante los desafíos de la vida. Sin embargo, hay momentos en los que esos síntomas dejan de ser una reacción puntual y comienzan a interferir con tu bienestar emocional, tu descanso, tus relaciones y tu capacidad de funcionar con normalidad. Ahí es cuando debemos prestar atención.

Señales tempranas de ansiedad crónica o desregulación emocional

En mi práctica clínica, suelo ver una serie de signos que se repiten cuando la ansiedad comienza a volverse crónica:

  • Te despiertas con el corazón acelerado o una sensación de “nudo en el pecho”.
  • Sientes que tu mente no para, incluso cuando estás intentando descansar.
  • Te cuesta tomar decisiones simples o sentirte segura con lo que haces.
  • Reaccionas con llanto o irritabilidad ante estímulos mínimos.
  • Comienzas a evitar situaciones, lugares o personas por temor a sentirte mal.
  • Experimentas una sensación constante de “amenaza” sin saber por qué.

Estas señales, cuando son frecuentes, indican una desregulación emocional que puede escalar si no se aborda a tiempo.

Criterios clínicos para el diagnóstico de un trastorno de ansiedad

Desde una perspectiva médica, un trastorno de ansiedad se diagnostica cuando los síntomas:

  • Son persistentes (más de seis meses en la mayoría de los casos).
  • No se explican por una causa física o médica específica.
  • Generan un malestar significativo en la vida personal, social o laboral.
  • Se acompañan de síntomas físicos (palpitaciones, tensión muscular, insomnio, fatiga constante, náuseas).
  • Llevan a evitar situaciones o actividades por miedo o preocupación excesiva.

Es importante aclarar que no se necesita cumplir con todos estos criterios para buscar ayuda profesional. Muchas veces, la intervención temprana evita que la ansiedad evolucione a formas más limitantes.

Malestar común vs. síntomas que afectan tu calidad de vida

Hay una diferencia entre tener un mal día y vivir atrapada en un estado emocional que te impide disfrutar tu vida.

Por ejemplo:

  • Es normal sentirse agobiada en una semana de trabajo intensa.
  • No es normal sentir miedo constante, incluso cuando todo está tranquilo.
  • Es natural sentirse preocupada ante un examen médico.
  • No es natural pensar de forma repetitiva que “algo malo va a pasar” sin motivo.

Reconocer esta diferencia es clave para saber cuándo buscar ayuda profesional y evitar que el sufrimiento emocional se cronifique.

Casos cotidianos que veo con frecuencia

  • Madres primerizas que sienten culpa por no disfrutar el posparto como “deberían”, y que lloran en silencio durante las madrugadas.
  • Mujeres embarazadas que experimentan ataques de pánico al pensar en el parto, pero sienten vergüenza de compartirlo.
  • Mujeres profesionales que aparentemente lo tienen todo bajo control, pero viven con insomnio, irritabilidad y una sensación constante de vacío o angustia.

Si te sentiste identificada, no estás sola. Lo que sientes tiene nombre, explicación y, sobre todo, solución.

No todo cansancio es físico. A veces, es emocional y necesita atención.

Impacto específico en mujeres y en la etapa perinatal

En mi especialización en psiquiatría perinatal, he aprendido a escuchar profundamente lo que muchas mujeres sienten, pero no siempre dicen: “No me siento como debería sentirme en esta etapa”. Y es que, a pesar de que el embarazo y la maternidad son momentos únicos, también pueden ser periodos de vulnerabilidad emocional intensa.

¿Cómo se manifiestan el estrés y la ansiedad en el embarazo y el posparto?

Durante el embarazo, el cuerpo experimenta fluctuaciones hormonales intensas, acompañadas de cambios físicos, sociales y emocionales. Esto puede amplificar la sensibilidad emocional y predisponer a cuadros de estrés elevado o ansiedad perinatal.

Algunos síntomas comunes que observo en consulta:

En el posparto, estos síntomas pueden agravarse, especialmente si no hay una red de apoyo sólida o si hay antecedentes de ansiedad.

Cambios hormonales, estigmas y silencios

Es importante saber que no es solo psicológico. El sistema hormonal cambia drásticamente durante el embarazo y el puerperio. Y, sin embargo, existe una presión social para “verse bien” o “estar feliz”, lo que muchas veces hace que las mujeres oculten lo que realmente sienten.

Además, el estigma alrededor de la salud mental en la maternidad sigue siendo fuerte. A muchas mujeres les da miedo admitir que se sienten sobrepasadas, tristes o vacías, por temor a ser juzgadas.

Riesgos de no tratar adecuadamente la ansiedad perinatal

Ignorar los síntomas puede tener consecuencias tanto para la madre como para el bebé:

Buscar ayuda no es una debilidad. Es un acto de amor propio y protección para ti y para tu bebé.

El mito de la “mamá que lo puede todo”

Vivimos en una cultura que ensalza la idea de que las mujeres deben poder con todo: cuidar, trabajar, criar, sonreír… sin quejarse. Pero esa exigencia silenciosa es una de las razones por las que tantas mujeres sufren en silencio.

Yo te invito a romper con ese mito. Porque no estás sola, y porque existen tratamientos eficaces, seguros y personalizados para que vuelvas a sentirte tú misma.

¿Qué tipo de ayuda existe? Terapias, tratamientos y acompañamiento psicológico

Uno de los mayores obstáculos que enfrentan las personas que viven con ansiedad o estrés crónico es la creencia de que “pueden sola”. Pero quiero que sepas que pedir ayuda profesional no te hace débil, te hace consciente, valiente y responsable con tu bienestar.

Si estás experimentando síntomas persistentes que afectan tu calidad de vida, tus relaciones o tu capacidad de disfrutar las cosas que antes amabas, es momento de considerar una consulta especializada. Y si estás embarazada, en posparto o en un proceso de maternidad activa, hacerlo puede marcar una diferencia significativa no solo en tu salud mental, sino también en la de tu bebé y tu entorno.

¿Cuándo es recomendable acudir a una consulta psiquiátrica?

Puedes considerar consultar con un profesional en psiquiatría perinatal cuando:

  • Llevas más de dos semanas con síntomas emocionales intensos o incapacitantes.
  • Tus pensamientos se vuelven negativos, repetitivos o difíciles de controlar.
  • Has perdido el interés o placer por actividades que antes disfrutabas.
  • Te cuesta conciliar el sueño o duermes demasiado sin sentir descanso.
  • Sientes una angustia constante sin motivo aparente.
  • Has intentado manejarlo sola y no ves mejoría.

Muchas personas llegan a mí después de intentar distintas estrategias por su cuenta —meditación, ejercicio, hablar con amigas— y aunque todas son valiosas, hay momentos en los que se necesita un enfoque terapéutico más profundo, personalizado y clínicamente guiado.

Tratamientos disponibles: personalizados, seguros y con respaldo clínico

Como psiquiatra, no creo en soluciones genéricas. Cada persona tiene una historia única, un contexto y un proceso emocional distinto. Por eso, el tratamiento debe adaptarse a cada caso.

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

Es una de las herramientas más eficaces para tratar trastornos de ansiedad. Ayuda a identificar pensamientos disfuncionales, aprender a regular emociones y modificar conductas que perpetúan el malestar.

Psicoterapia de orientación interpersonal o psicodinámica

Muy útil en mujeres en etapa perinatal, donde los vínculos, los cambios de rol y las experiencias tempranas tienen un gran peso emocional.

Intervenciones farmacológicas

En algunos casos, especialmente cuando los síntomas son severos o persistentes, el uso de medicamentos puede ser necesario. Existen opciones seguras durante el embarazo y la lactancia, siempre bajo evaluación médica individualizada.

Acompañamiento emocional especializado

Un espacio terapéutico de contención, escucha activa y validación emocional, especialmente importante en mujeres que se sienten invisibles o incomprendidas.

Un enfoque integral: emocional, médico, social y hormonal

La salud mental femenina, especialmente en etapas como el embarazo o la maternidad temprana, no puede abordarse desde una sola dimensión. Por eso, mi enfoque siempre es integral, contemplando:

  • El estado emocional y psicológico
  • El contexto social y de apoyo
  • Los cambios hormonales naturales de cada etapa
  • El estado físico y médico general

Este abordaje no solo mejora los síntomas, sino que recupera la funcionalidad, el bienestar y el equilibrio interno. Mi objetivo no es solo que desaparezca el malestar, sino que te reconectes con tu vida desde un lugar de calma y claridad.

Psiquiatría perinatal: acompañamiento que entiende tu proceso

La psiquiatría perinatal es una subespecialidad que aborda con sensibilidad y conocimiento clínico los desafíos emocionales que enfrentan las mujeres desde el embarazo hasta el primer año de vida del bebé.

¿Por qué es diferente?

  • Porque comprende los cambios físicos, emocionales y sociales de esta etapa.
  • Porque no minimiza los síntomas como “normales” o “hormonales”.
  • Porque ofrece tratamientos seguros para ti y tu bebé.
  • Porque te ve como mujer, madre, profesional y ser humano al mismo tiempo.

Mi rol no es diagnosticarte y darte una pastilla. Mi rol es escucharte con profundidad, explicarte lo que estás sintiendo y acompañarte en un proceso real de sanación.

Prevención y recuperación: ir más allá de los síntomas

No tratamos solamente “lo que se ve” (como el insomnio, el miedo o la tensión). Tratamos la raíz del problema, y trabajamos para que puedas vivir tu día a día con más confianza, serenidad y fortaleza emocional.

Además, prevenir una recaída o evitar que el malestar escale, es igual de importante que tratar los síntomas actuales. Por eso, cada tratamiento contempla herramientas de prevención, educación emocional y autocuidado sostenible.

¿Por qué Paola Martínez es una opción confiable para ayudarte?

Dra Paola Martinez - Psquiatra Perinatal en Bogotá

Soy Paola Martínez, médica psiquiatra con formación en psiquiatría perinatal. Trabajo con mujeres que atraviesan momentos difíciles: ansiedad persistente, estrés que se sale de control, miedo en el embarazo, tristeza en el posparto o simplemente la sensación de que algo no está bien emocionalmente. Escucho, evalúo y propongo tratamientos adaptados a la realidad de cada paciente.

El objetivo es: que puedas recuperar tu equilibrio mental y volver a sentirte funcional y en paz con tu vidaAgenda una cita si sientes que llegó el momento de recibir ayuda profesional.

Preguntas frecuentes sobre ansiedad, estrés y salud mental femenina

La diferencia principal está en la duración, la intensidad y el impacto que tiene en tu vida. El estrés suele aparecer como una reacción a situaciones externas puntuales (trabajo, maternidad, responsabilidades) y, aunque puede ser incómodo, suele desaparecer cuando esas situaciones se resuelven. En cambio, la ansiedad tiende a quedarse, incluso cuando las circunstancias han cambiado. Es una sensación persistente de preocupación o miedo que interfiere con tu rutina diaria, tu descanso o tu forma de pensar. Si lo que estás sintiendo no mejora con el tiempo o empieza a limitar tu vida, probablemente sea momento de evaluarlo como algo más que solo estrés.

Sentir cierta inquietud o miedo en estas etapas puede ser normal, pero no toda ansiedad es parte del proceso natural del embarazo o la maternidad. Hay que distinguir entre preocupaciones puntuales y ansiedad clínica, que puede presentarse con síntomas como insomnio, pensamientos repetitivos, miedo constante, llanto frecuente o sensación de no poder con la situación. Muchas mujeres normalizan estas señales por la presión de “estar bien” o por miedo a ser juzgadas. Lo importante es saber que sentirse así no es una debilidad, y que existen tratamientos seguros, incluso durante el embarazo y la lactancia.

Cuando los síntomas se vuelven constantes, intensos o empiezan a afectar tu funcionamiento diario —en el trabajo, en tu familia, en tu descanso o en tu estado de ánimo—, es recomendable buscar ayuda. No hay que esperar a “estar muy mal” para consultar. De hecho, cuanto antes se actúe, más sencillo es el tratamiento y mejores son los resultados. Si lo que estás sintiendo te impide disfrutar tu día a día, afecta tu sueño o tus relaciones, ya es razón suficiente para hablarlo con un profesional.

En algunos casos leves, los síntomas pueden disminuir si se modifican las condiciones que los provocaron. Pero cuando hablamos de ansiedad clínica, es poco probable que desaparezca por sí sola. De hecho, lo más común es que se intensifique o que empiece a generar otros problemas, como insomnio crónico, aislamiento social, problemas digestivos o incluso depresión. Por eso es importante no minimizar lo que estás sintiendo. El tiempo no siempre cura, y esperar sin actuar puede hacer que la situación empeore.

Los tratamientos pueden incluir psicoterapia, apoyo emocional especializado y, en algunos casos, medicación. En psiquiatría perinatal, siempre evaluamos de forma personalizada qué necesita cada paciente y, si es necesario indicar fármacos, nos aseguramos de que sean seguros durante el embarazo o la lactancia. También trabajamos desde un enfoque integral, considerando aspectos hormonales, emocionales y sociales. No todos los tratamientos incluyen medicación. Muchas veces, con la combinación adecuada de acompañamiento terapéutico y estrategias prácticas, los síntomas mejoran significativamente.

Depende del tipo de ansiedad y del momento en que se detecte. En muchos casos, con el tratamiento adecuado, la ansiedad puede desaparecer por completo. En otros, puede mantenerse bajo control de forma estable y sin afectar tu calidad de vida. Lo importante es saber que sí existen formas efectivas de abordarla y que no estás condenada a vivir con ese malestar. La clave está en recibir un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento que tenga en cuenta tus necesidades reales.

No, no todas las mujeres tienen ansiedad, y no debemos normalizarla como si fuera parte inevitable de ser mujer o madre. Lo que sí es cierto es que muchas mujeres viven etapas de mayor vulnerabilidad emocional, especialmente en momentos como el embarazo, el posparto o situaciones de sobrecarga. Pero eso no significa que la ansiedad sea normal o que debamos resignarnos a convivir con ella. Sentirte mal no debe ser tu estado natural. Si algo no está bien, es válido y necesario pedir ayuda.

La ansiedad no solo se siente en la mente, también impacta en el cuerpo y en la forma en que te relacionas con los demás. Puede afectar tu sueño, tu capacidad de disfrutar las cosas, tus vínculos familiares, tu rendimiento laboral, tu apetito y tu energía. A largo plazo, puede producir aislamiento, frustración, conflictos personales y una profunda sensación de desconexión con una misma. Tratarla no es solo “sentirse mejor”, es recuperar tu funcionalidad y tu bienestar integral.

Ambas profesiones se complementan, pero no son lo mismo. Un psicólogo trabaja desde la palabra, la conducta y los procesos emocionales, y puede ayudarte a gestionar síntomas a través de herramientas terapéuticas. Un psiquiatra, como en mi caso, es un médico especializado en salud mental, con capacidad para diagnosticar clínicamente, prescribir medicación si es necesaria y abordar casos más complejos desde una visión médica y emocional a la vez. En muchos casos, el trabajo en equipo entre ambos profesionales es ideal.

El primer paso es agendar una consulta, donde realizo una evaluación completa: síntomas, historia clínica, contexto actual y necesidades emocionales. A partir de eso, definimos juntas el mejor abordaje: puede ser solo acompañamiento terapéutico, sesiones de seguimiento o, si corresponde, tratamiento médico. Lo importante es que no estás sola y que existe un camino claro, realista y respetuoso para sentirte mejor. Si sentís que llegó el momento, puedess contactarme y empezar a trabajar en tu salud mental sin juicios ni presiones.

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